PREMIO PRITZKER DE ARQUITECTURA 2022 para Diébédo Francis Kéré
REVISTAAD.ES / Para muchos arquitectos, ser distinguidos con premios es un peldaño obligatorio para conseguir encargos más prestigiosos. Y no hay mayor galardón que el Premio Pritzker de Arquitectura, que se concede anualmente. De hecho, es para la arquitectura lo que el Premio Nobel es para la literatura.
Se ha anunciado la concesión del Premio Pritzker 2022 al arquitecto de 56 años Diébédo Francis Kéré. Con este premio, el arquitecto nacido en Burkina Faso recibirá 100.000 dólares (algo más de 90.000€) y un medallón de bronce. Pero lo más significativo, quizás, es que su nombre se incluirá ahora en el mismo escalón que los anteriores ganadores del Pritzker: Lacaton&Vassal, Philip Johnson, James Stirling, Rem Koolhaas, Zaha Hadid, Oscar Niemeyer, I.M. Pei, Norman Foster y Tadao Ando, entre otros.
Desde su fundación en 1979, el Pritzker se ha concedido generalmente a arquitectos «famosos». Pero en los últimos años, el jurado de expertos ha vuelto a centrar su mirada en prácticas menos conocidas de todo el mundo, empresas con conciencia social que defienden el diseño como catalizador del bien común (en 2004, por ejemplo, la selección de Zaha Hadid por parte del comité se enfrentó a la crítica de que el máximo galardón de la arquitectura seguía siendo un club exclusivamente masculino).
Con la selección de Diébédo Francis Kéré (que debutó en nuestra lista AD100 de 2020), el comité del Pritzker sigue abrazando esa misión, con una nueva atención a la sostenibilidad, tanto en términos de medio ambiente como de comunidad. Kéré emplea a un gran número de ciudadanos de Burkina Faso (en 2020, su país ocupaba el puesto 20 del mundo con el PIB per cápita más bajo) con trabajos de carpintería, soldadura, fabricación de ladrillos, albañilería y pintura, garantizando que la comunidad local se beneficie de sus proyectos tanto como los visitantes. «Normalmente, con las instalaciones públicas de aquí, nadie las cuida», dijo Kéré a AD en 2014, en referencia a las estructuras de su país de origen, «pero la gente se dedica a estos proyectos, se siente vinculada a ellos. Y si pasa algo, son capaces de arreglarlos».